miércoles, 18 de abril de 2018

MI PERLA DE SABIDURÍA

Hoy os voy a hablar de los misterios recovecosos (o recovecos misteriosos, que tanto monta, monta tanto) de la esclerosis múltiple. Y creo no equivocarme si extiendo mi teoría al dolor en general. Hablo de dolor crónico, no del dolor terrible provocado por un padrastro jodelón! Como bien sabéis, lo mío es buscar el lado positivo de la esclerosis siempre que puedo, que total, lo negativo ya se apaña solito  para hacerse notar, reconocer y odiar. Lo otro implica cierto grado de esfuerzo. Vale, 'cierto' grado no, más bien un esfuerzo tirando a titánico pero mola, porque cuando lo consigues, te sientes tipo Hulk por un breve momento. El caso es que la e.m. nos hace rememorar en ocasiones aquellos tiernos momentos de inocencia infantil que quedó atrás. Muuuuuy atrás. ¿Y cómo? Os estaréis preguntando algunos. ¡Se ha vuelto loca! Pensaréis otros. Vale, muy cuerda no es que esté, hasta ahí llegamos pero os explico...

Cuando uno está tan tan tan acostumbrado a un síntoma, el que sea, no necesariamente dolor aunque obviamente yo en este momento me estoy refiriendo a él, cuando de repente cesa por un instante, más o menos largo en el tiempo, vives el momento sin siquiera pensar en cuando estás mal, casi como si se te olvidaran todos los momentos de dolor. Es casi como si te creyeras que se acabó, que la normalidad regresa a casa como el turrón por Navidad. Si te pones a pensar, ya la has liado porque entonces volverá tu ser consciente de que ni de coña! Que es bastante improbable que todo vuelva a la normalidad , entendida en el sentido de 'iujuuuu! ya estoy sana y fresca cual lechuga!'. Pero esos momentos los aprovechas, así en plan Carpe Diem sólo que mucho más a corto plazo. Porque de repente suele aparecer la cruda realidad... no necesariamente en todo su esplendor pero sí lo suficiente como para recordarte que no bajes la guardia, que el dolor está ahí al acecho. El dolor o lo que sea que ese día está al pie del cañón. Pero mientras hay que aprender a aprovechar, a disfrutar de esos momentos que te vuelven a hacer sentir un poco más persona. Y lo más gracioso es que cuando te encuentras en un período de "entre-guerras" , a veces, te duele algo, en mi caso el cuello a la hora de acostarme... más que dolor sensación de que no logras estar cómoda en la cama porque no sabes cómo colocarlo. Nada nuevo, eso me ha pasado toda la vida (lo de las cervicales nunca ha sido mi fuerte) y antes, en mi vida pre-e.m. me mataba! Estos días me ha ocurrido. Y no me he desesperado. ¿Cuál era el pensamiento que se me pasaba por la cabeza? 'Eyyyyy!!!!!!!!! Un dolor normal!'. Tiene narices alegrarse por que te duela algo pero oye! tanto dolor horrible, nefasto e insoportable, fuera de toda "normalidad" tiene ese efecto positivo: aprender a relativizar. Y en este punto estoy yo ahora mismo hace unos días. Unos gloriosos días de los cuales no hablaré más justo por lo que os decía en el último post, superstición pura y dura pero me da yuyu! Que ahora mismo firmaba por quedarme como estoy, y creedme, estoy lejos de estar no ya muy bien, sino bien a secas. Pero me quedo incluso con esta fatiga/cansancio/ahuevamiento/estado choffff que me regala la primavera. Y dolor de espalda! Pero del normal (vale, resultado de los otros dolores no normales pero bah! quién piensa en eso!?).

Y con esto acabo mi sabia lección: aprovechad cualquier micro segundo de libertad!!! aprovechad cualquier micro segundo de ausencia o mejoría de los síntomas, cualesquiera que sean!!! Dan ganas de meter esa sensación de semi-ausencia de dolor en un bote, cerrarlo bien y abrirlo en cuanto la cosa se comienza a torcer de nuevo pero como eso no se puede hacer... por ahora! las cosas evolucionan una barbaridad! jajaja, nos queda únicamente el disfrutar de estos momentos como si fueran un regalo, envuelto en papel de regalo con su lazo y to'. 

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